Por: Don Wenceslao Rosell Urquiaga.
“La
ciencia es el sentido común
perfeccionado”
perfeccionado”
Razón de ser de estas líneas.
Sin pretensión alguna de
intentar escribir una obra o capítulo de un tratado de equitación, porque los
hay muchos, y muy valiosos, mi afición, mi pasión diré mejor, por el noble
deporte de la equitación ha hecho que me atreva a escribir las presentes líneas
sobre el delicado arte de educar al caballo y comunique así mismo al jinete mis
más caras observaciones sobre lo que yo considero el arte de cabalgar.
Quiero hacer algunas
indicaciones basadas en mis más honradas observaciones y experiencias, sobre el
caballo de trote y el de paso o nacional.
Están ellas relacionadas con
aquello que los criollos llaman enfrenadura en el caballo nacional, y que, por
no haber al respecto nada escrito, que yo sepa, he decidido expresar en forma
muy sucinta, dedicando estos conceptos a mis hijos.
Hay personas que, con
respecto a la enfrenadura del caballo nacional, dicen ser poseedores de
secretos, y como nunca suelen comunicarlos, se van perdiendo en forma
lamentable para las futuras generaciones.
Ahora bien, este ejemplo
concreto que muestro a manera de prólogo, me sirve para llevar al ánimo de mis
amigos lectores, que el enfrenar no es una cosa baladí ni empírica, que se
puede hacer al acaso o al capricho, cuando se ignora la causa de los
movimientos que se piden del animal o aquellos que se le enseñan, realizando la
susodicha enfrenadura por mera imitación y nada más; pero sin el cuidado
paternal, digamos así, y arte necesario, cuidado y arte que solo los da la
vocación innata del jinete o equitador instintivo, valga decir.
La ciencia de conocer y guiar
al caballo es compleja por su naturaleza misma. Y sabido es que hay dos métodos
para llegar al conocimiento de toda verdad científica: observación y
experimentación. Yo he resuelto basarme en ambos a la vez, para llegar a
conclusiones analíticas concretas en el curso de este sencillo trabajo propio
de un sincero aficionado al caballo.
Además, en este trabajo
ligero, tratare de explicar otros puntos, que personalmente, juzgo importantes,
sobre la manera de educar al equitador revelándolos con el más absoluto
desinterés.
CAPÍTULO I
APRECIO Y TRATO DEL CABALLO.
Antes de tratar del arte de educar al caballo, quiero decir algo sobre el concepto que todo aficionado debe tener de este importante animal y noble compañero del hombre, y de la conducta que él debe observar minuciosamente.
I. CARICIAS EN VEZ DE RIGOR.
Mi experiencia y mi observación me hacen opinar que debe
tenerse como axioma de equitación, que, para educar al animal, da mucho mejor
resultado y es más positivo usar continuamente de solicitudes y caricias que
emplear equivocado rigor. La causa de esta ley deriva de que en el sutil
instinto de la bestia, predomina el factor recuerdo sobre el factor inteligencia. Tan es así lo
que digo, que muchas veces he comprobado
personalmente que el caballo recuerda siempre una caricia oportuna
y no olvida
fácilmente el castigo indebido.
Bien decían los árabes – que son los jinetes que más aprecian
y sienten, a la par que saben agradecer los servicios del caballo – estas
bellas sentencias: “Solicita una limosna de la mano de una mujer”.
“Con sus
cascos hiere a su enemigo en la cara”. “El jinete forma a su caballo, como el
marido educa a su mujer”. Todo aficionado
debe saber estas frases de memoria.
Muy sabido es que en la escala zoológica, y ante la luz de la
psicología,
animal y racional, el elefante, el caballo y el perro, son los tres
primeros animales, los más hábiles y más amigos del hombre.
El aficionado no debe ignorar tampoco que el caballo, a través de la
historia universal, ha sido muchas veces el elemento decisivo en
grandes acontecimientos y en los más novelescos, elegantes y bellísimos
actos privados del ser humano.
La clásica época caballeresca de la Edad Media ha dado al
hombre un nuevo nombre: “caballero”,
título bastante de cortesía, nobleza y finura, derivado sin disputa, de la
admiración con que mira al hombre que está montando arrogantemente a caballo.
He aquí el origen del arte de montar a caballo.
La caza, el deporte de los reyes, nada sería sin el caballo
fino, educado y elegante. Nada hay que agregar sobre la importancia del caballo
en la guerra y en la agricultura. Todo comentario es ocioso.
II. COMO SE EFECTUA SU LOCOMOCION.
III. DONDE RADICA EL PLACER DE LA EQUITACIÓN.
También debo prevenir al aficionado
que para entender y encontrar el placer artístico de cabalgar, precisa, primero
que nada, saber las reglas que rigen al “caballo – motor”: las leyes del
equilibrio del caballo y del equitador y de ambos juntos, la forma en que ellas
se cumplen, ya sea en el caballo nacional o en el de trote, y en este, bien en
la baja o en la alta
escuela.
El placer de la equitación lo
llegaremos a encontrar al fin de este pequeño estudio: pero ya es menester
enunciarlo desde ahora, porque así el aficionado justificará todos los puntos
de este trabajo, que son la demostración fácil del porque y del para que el
hombre monta a caballo como deporte puro.
El aire distinguido del animal, el
movimiento rítmico y acompasado de sus reacciones, engendran el equilibrio, el
equilibrio artístico, que hacen del jinete y del animal un solo todo armónico,
proporcionado y elegante, en el cual el hombre y el caballo educados, realizan
el máximo de efecto artístico, con el mínimo de esfuerzo físico, brusco,
dañino, feo y peligroso a la vez.
IV. DESCRIPCION MECANICA DE LA MAQUINA CABALLO.
De este modo se puede entrar de
lleno en los aspectos técnicos del manejo del animal y de su conocimiento, como
fuerza física natural.
En esta descripción citaré la
autorizada opinión del capitán Brignac, quien descompone al caballo en las
siguientes partes:
1. “De un eje,
verificando movimientos, de los cuales el riñón es la llave;
2. “De un tercio
posterior o motor, principal agente de impulsión, obrando directamente
sobre el eje, gracias a la soldadura intima del coxal y de la columna
vertebral; y
3. “De un tercio
anterior o soporte, principal agente de amortiguamiento que recibe
la masa para apuntarla”.
Sumamente necesario es también,
desde el primer momento, saber cuál es la parte móvil y cual, la inmóvil.
Móvil es la parte anterior o región cervical, que lleva en el
extremo la cabeza; la parte media o dorsal es rígida; y la región posterior extrema o coxal es móvil.
La impulsión es la voluntad, la
alegría, el deseo de ir hacia adelante produciendo la contracción muscular.
V. EL EQUILIBRIO Y MIS OBSERVACIONES SOBRE LAS “AYUDAS”.
En todas las obras de consulta de
Equitación que he leído, el problema de las “ayudas” se afronta en forma dudosa
para su empleo; o yo estoy equivocado o los tratadistas no estudian este tema
expresamente, o este asunto ha sido muchas veces tratado por menos aficionados
empíricos, de aquí que muchos libros estén tocados de esta confusión. Tratando
ya de la educación, de valorización del caballo y aun de alta escuela las
sugerencias emanadas de tales estudios técnicos son dignas de ser observadas
minuciosamente.
Generalmente, se cita y estudia el
empleo de las “ayudas diagonales” únicamente; dejando de lado las “ayudas
laterales”, si bien es cierto dicen que su empleo no debe ser continuo.
Yo tengo que hacer a estas
afirmaciones una observación. A saber: mi paciente investigación me ha hecho
llegar a la conclusión de que las dos “ayudas” deben utilizarse en forma
alterna: las “diagonales” para pedir y las “laterales” para mandar.
Solo combinándolas gracias a un
buen empleo y al atinado tacto del jinete las “ayudas” en referencia
producirán, al fin; el deseado equilibrio estético. Este consiste en armonizar
los movimientos de la bestia con la belleza eurítmica de sus formas y líneas,
de tal suerte, que desde el sombrero camina en forma bella. Tal es el
equilibrio perfecto y clásico.
Este perfecto equilibrio se puede
realizar en el “horizontal” (baja escuela, para el exterior, etc.), o en el
“vertical” (de picadero, de parada el que da el carácter artístico a la
equitación). Para comprobar este aserto pondré como ejemplo a un equilibrista
de cuerda, el que, para conseguir su estabilidad uniforme tiene que inclinarse
alternativamente de derecha a izquierda, o viceversa; pero nunca el pruebista
se inclinaría a un solo lado.
Al efecto, voy a describir al
galope a la derecha:
Para iniciarlo debe hacerse uso de la
rienda, derecha directa y la izquierda aguantando, la pierna izquierda tras de
la cincha, (diagonalizada la “ayuda” para pedir el movimiento) y el desplazamiento
debido del cuerpo; en seguida se ha de circular al galope a la misma mano o pie
para lo cual entonces hay que emplear la rienda izquierda baja con presión
lateral; y la pierna izquierda colocada detrás de la cincha (estas son “ayudas
laterales”). De esto se desprende que se
ha pedido el movimiento con las diagonales y se ha mandado con las laterales.
Este movimiento continuado de “ayudas” se hace en forma alterna, como antes he
dicho.
Al
pedir el movimiento se ha adelantado bípedo anterior derecho inclinando la
espalda del caballo a la izquierda, momento este en el que se produce cierto desequilibrio
o en el que se busca el equilibrio, ya que, con el empleo de las laterales, en
la cual la izquierda, trabajando de contraria empuja la espalda a la derecha,
provocando así, el natural balanceo y el consiguiente equilibrio buscado, al igual
que lo suele hacer el equilibrista de nuestro anterior ejemplo; y en
conclusión, opino que las “ayudas” en referencia deben usarse alternativamente
y en forma intermitente para círculos, serpentinas, medias vueltas, ladeos,
galope, etc., con lo que se consigue, a su vez, una gran flexibilidad del
cuello y fácil movimiento del tercio anterior y posterior.
VI. NUMERO DE AYUDAS.
En mi concepto, el número de
“ayudas” de que puede disponer un jinete son cuatro dobles, a saber:
1. dos manos;
2. dos posaderas en el desplazamiento;
3. dos piernas en el avance de las espaldas y
4. dos tacos o espuelas en la impulsión, suspensión, concentración, y
aun sujeción.
VII. CABALLO QUE APOYA.
VIII. LO QUE UN JINETE O EDUCADOR DE CABALLO DEBE SABER.
El caballo apoya en dos formas, la
una con el notorio deseo de ir adelante; la otra, con su peso. Sus causas:
falta de equilibrio, falta de impulsión, mala mano del jinete y falta de fijeza
del jinete en la montura.
De lo
dicho se deduce que no se puede enunciar una regla general para corregir estos
defectos. Lo más acertado, en mi concepto, es comprobar el equilibrio y la semi
parada.VIII. LO QUE UN JINETE O EDUCADOR DE CABALLO DEBE SABER.
Todo jinete o educador, al montar
un caballo debe tener en cuenta tres cosas: o que el caballo no sabe, o que el
caballo no puede, o que el caballo no lo quiere hacer.
Para lo primero
El jinete o educador a de
premunirse de la paternal paciencia que solo la da la afición, con el exclusivo
objeto de educar al animal gradualmente, acordándose del proverbio ingles que
dice: “la naturaleza no procede bruscamente ni a saltos”; se le dejara de
solicitar lo pedido tan luego lo haya ejecutado, amén del premio que consiste
en su respectiva caricia; o si aproximado, no exigírselo inmediatamente, sino
esperar mejor para la próxima lección, no olvidando la delicadez de su memoria,
para hacerle la nueva solicitud en la segunda lección, en el mismo sitio de
ayer, hoy; y en el de hoy, mañana; y así sucesivamente.
Para lo segundo
Si se trata de un caballo
defectuoso (no malogrado, se entiende) me refiero a un animal sin impulsión, y
no naturalmente equilibrado (ambas condiciones primordiales), sin flexibilidad
en el movimiento de los miembros; se ha de necesitar mayor paciencia y aun
mayor grado de inteligencia para educarlo. A estos caballos se les debe tratar
de educar para probar conocimientos, así a la larga, el animal corregirá sus
defectos.
Para lo tercero
Se requiere castigo enérgico y muy
oportuno, dirigido siempre a obligar al animal a que ejecute lo que se le
solicita ya que él lo sabe hacer, y sin embargo se niega a realizarlo por maña
u otra cosa.
El castigo no debe tener efecto
contraproducente. Así, por ejemplo, si un caballo tiende a irse hacia atrás
cuando una persona se le acerca, no debe ser castigado por delante y menos en
la cabeza (este castigo es muy peligroso por los resabios a que puede dar
origen más tarde), sino por medio de un ayudante quien lo hará enérgicamente de
atrás, para mandarlo hacia delante. Si en otro caso el caballo tiene el defecto
de cabecear, no debe castigársele dándosele fuertes sacudidas del bocado (y muy
menos con las riendas sueltas o largas, sin contacto en el asiento); esto se
llama sofrenar y sus efectos son de gran peligro.
IX. LA EDUCACION DE LAS DOS CLASES DE CABALLOS.
La regla que sobre la educación del
caballo he venido dando hasta aquí se puede aplicar, tanto para el nacional
como para el de trote. En estos dos tipos de animal hay una sola diferencia en
cuanto a su educación y es que en el nacional, se vacía la grupa hacia fuera,
mientras que en el del trote se retiene, usándola como motor, lo que
caracteriza su mayor poder en el arranque. En el primero, la educación se torna
monótona por ser todos sus avances laterales: el paso en sí, el piso y el
galope. Mientras que en el de trote es mucho más variada, alcanzando mayores
lucimientos por tener dos formas de avance, a saber: lateral, el paso y el galope,
y diagonal el trote.
X. LA IMPORTANCIA DEL FACTOR “TACTO” EN EQUITACIÓN.
Con el perdón de los tratadistas más
afamados de equitación, me veo obligado a referirme al “tacto”, contradiciendo
conceptos.
Dicen, por ejemplo, que lo del
“tacto” es un don o cualidad de jinetes privilegiados que nace o no nace y que,
por lo tanto, no se puede enseñar.
Yo estimo, por el contrario que es
una condición que se puede llevar al campo de la enseñanza práctica y teórica
aun. Por ello mi perdón.
De la misma manera que se suele
decir, “el músico nace”, también se puede afirmar que el equitador, el jinete
nace. Esto sería materia de un curso especial de psicología de la equitación
que no es mi propósito hacer; pero, voy a poner una comparación clara para
hacerme entender.
Si todos dicen que la equitación es
un arte óptico, plástico; y si la música, el arte bello, difluente por
excelencia, más difícil que ningún otro arte, se puede enseñar, aun cuando la
persona enseñada no posea dotes especiales ni vocacionales o no haya nacido
músico, lógico es que por comparación, deduzcamos que el arte de la equitación
en todas sus manifestaciones más secretas, como en la del “tacto”, sea
susceptible de enseñanza. Hago esta comparación, para demostrar que si la
música casi ya no tiene secretos, mal podría tenerlos la equitación…………Verdad
que en todo hay genios, pero son la excepción que justifica la regla de mi
aserto y de mi ejemplo.
La danza del hombre no suena, no
tiene melodías, ni armonías acústicas; la equitación tiene sonidos musicales;
pero tienen movimientos rítmicos que corresponden a melodías silenciosas, valga
decir.
El jinete siente, en un bello
movimiento del caballo, el placer de una armonía de líneas y formas que siguen
un bello compás. Si el observador no percibe con la vista tal belleza de
movimientos del caballo, menos los ha de comprobar con su escaso razonamiento.
Si nada de esto hay, tampoco habrá equitación. De aquí que cualquiera no es un
equitador.
Pues bien, voy explicar cómo se
puede enseñar el “tacto” en la equitación:
A. Tener voluntad para resistir el trote sentado (más adelante
explicare que ello no significa solo conseguir firmeza);
B. Colocar las piernas caídas verticalmente sin la menor
presión en los costados del caballo;
C. Mucho menos hacer presión en las pantorrillas;
D. Trotar en esta forma hasta encontrar el equilibrio de la montura,
ayudándose con las riendas y después, sin estas, hasta que se hagan innecesarias
como ayudas para sostener en las batidas del avance.
E. Mano suave del jinete quiere decir de buscar el contacto
elástico con la boca del caballo, ayudado por el animal mismo, esta ayuda se
consigue bajando las manos a la cabeza de la montura, de la cruz o del comienzo
del cuello;
F. Las manos ceden, tan luego se sienta en ellas el golpe dado
por el avance de una y otra espalda: he aquí lo que se llama mano suave,
siempre en contacto, incapaz por su precisión de romper un hilo; porque no es
mano suave del jinete, la que es llevada a una cuarta o más delante de la
cabeza de la montura y haciendo alarde en el ademán de gran cuidado, que más que
llevar riendas parece que se asemeja a una dama conduciendo un azafate con cocktails.
Debe hacer un paréntesis
relacionado con el trote que vengo hablando.
La insistencia que da el señor Ruy
Da Camara a este trote, me explica la importancia de él. Y a propósito de este
profesor competente, permítaseme que diga, como aficionado que soy, que me lamento
a diario, ver que en nuestro medio haya desaparecido esta noble afición por la
equitación, hasta el punto de no aprovechar la enseñanza de tan capacitado maestro
del arte de cabalgar. Dicho profesor tiene además de sus conocimientos
técnicos, una especial justeza artística, sentimental si se puede decir, para
darle al caballo que monta belleza, porte y elegancia –sin exagerar- a los
cinco minutos. Nuestros jinetes civiles y militares deben recurrir a su escuela
y a sus enseñanzas para perfeccionar su equitación. La afición nacional dista
mucho del verdadero arte de la equitación, no obstante de tener todos los
elementos primarios para formarlo.
XI. OTRO BENEFICIO DEL TROTE SENTADO AL “TACTO”.
Otro beneficio de este trote
estriba en dar fijeza al jinete en su montura.
Esto es indispensable en una
equitación fina. Ello no debe confundirse con la firmeza de los jinetes
llamados “duros”, los cuales solo son buenos para saltar o para movimientos
desequilibrados de que hacen gala los chalanes o amansadores.
El jinete fijo, en cambio, como su
nombre lo indica, es el que va constantemente en contacto con la montura, adherido
al asiento siempre en forma amplia, de tal suerte que en un caballo educado se
hace tan firme la posición del jinete, que supera al de categoría dura, reuniendo
aquel mucho más favorables condiciones que este último. De aquí que, el constante
contacto que tiene el jinete fijo con el asiento en la montura permite sentir, palpar,
el mínimo avance de los posteriores, lo que permite ser exacto en el uso
oportuno de las espuelas.
Las piernas caídas con naturalidad
y en absoluta soltura, a partir de la rodilla hacia abajo, permiten el uso
libre de ellas con la suavidad o dureza necesarias, según sea el caso y el
sitio debidos, en el acto de su implicación atinada. Porque los efectos de la
espuela son, inmediatamente después de la cincha, reunir; algo más atrás y
bajo, impulsar; y más atrás de la cincha, mandar hacia adelante.
XII. RESUMEN DE LO DICHO SOBRE EL TACTO Y SUS COMPONENTES.
Si el jinete logra reunir con
perspicacia el contacto elástico de las manos al bocado del animal, con la
fijeza en la montura, el desplazamiento del asiento, la presión de las piernas
para mandar, el buen manejo, y el empleo de la espuela o del taco únicamente,
realizando estos actos en forma predeterminada y lógica, resultará que el
jinete procede con el caballo, como el músico con su diapasón, con su pauta
cadenciosa y elegante. El “tacto” será el que se opere como director de esta
orquesta muda, o sea, el arte de comunicar inteligencia y ritmo a los movimientos
del caballo.
Queda explicado así, en forma fácil
y gráfica, el difícil tema del “tacto”. Ojala sea aprovechado mi sano deseo de
comunicar lo que se.
Para determinar este párrafo diré
que se ha presentado el curioso caso en el cual el caballo es educado y el
jinete no lo es. Pues bien, si se coloca al caballo educado con un jinete
profano en un cuadrilátero, o solo en una línea recta, y es llevado el animal
al trote sentado, lo veremos, con gran sorpresa del mismo jinete, ejecutar el
“pasaje”, el trote “suspendido” y el de “extensión”, etc…etc… Esto que afirmo
lo he comprobado con el caballo “Tarzán” de mi propiedad. El caso concreto fue
que mi caballo ejecutó todo lo anterior sin ser mandado por el jinete, era el animal
el que lo hacía, defendiéndose de la mala mano y de la falta de coordinación de
quien lo montaba. Muchas veces se ha dado el caso de que el público ignorante
de equitación ha solido aplaudir al jinete en vez de al caballo, porque hay que
ser muy de vista educada para darse cuenta exacta de quien es el bueno: si el
jinete o el caballo. Llegando con esto a la aseveración de lo que dije anteriormente,
la música suena y la siente el artista que la ejecuta y el público, y la
equitación la siente el equitador que ejecuta y el caballo que la recibe, y
entre el público, el ojo avisado.
Referencias:
Blog, Guillermo Pinillos Llontop
Psicología del Caballo, Francisco Ramirez Kohler
Psicología Animal; Diccionario de Psicología Científica y Filosófica
Caballo, Caballos Famosos, Caballero, Locomoción; Wikipedia
Anatomía-Fisilogía del Caballo; I.E.S. FLAVIO IRNITANO
Alta Escuela y dressage; Caballomanía
Fabricio me parece muy buena la publicacion del Sr. Rosell
ResponderEliminarPorque tu hermano, conoces mucho mas que yo de caballos, te ruego que me envies mas publicaciones de otras personalidades
saludos y abrazos para ti y toda tu familia
MANUEL
Don Manuel muchas gracias por sus palabras, el gran aprecio que tiene hacia mi hace que usted sobredimensione mis humildes conocimientos, lo cierto es que tengo mucha afición al CPP, pero ustedes los hermanos Peruanos por tradición e historia conoce mucho muchísimo más de ese hermoso ejemplar.
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