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15.1. Mis Observaciones sobre el Caballo y el Jinete.


Por: Don Wenceslao Rosell Urquiaga.


“La ciencia es el sentido común 

perfeccionado”

 
Razón de ser de estas líneas.

Sin pretensión alguna de intentar escribir una obra o capítulo de un tratado de equitación, porque los hay muchos, y muy valiosos, mi afición, mi pasión diré mejor, por el noble deporte de la equitación ha hecho que me atreva a escribir las presentes líneas sobre el delicado arte de educar al caballo y comunique así mismo al jinete mis más caras observaciones sobre lo que yo considero el arte de cabalgar.
Quiero hacer algunas indicaciones basadas en mis más honradas observaciones y experiencias, sobre el caballo de trote y el de paso o nacional.
Están ellas relacionadas con aquello que los criollos llaman enfrenadura en el caballo nacional, y que, por no haber al respecto nada escrito, que yo sepa, he decidido expresar en forma muy sucinta, dedicando estos conceptos a mis hijos.
Hay personas que, con respecto a la enfrenadura del caballo nacional, dicen ser poseedores de secretos, y como nunca suelen comunicarlos, se van perdiendo en forma lamentable para las futuras generaciones.
Ahora bien, este ejemplo concreto que muestro a manera de prólogo, me sirve para llevar al ánimo de mis amigos lectores, que el enfrenar no es una cosa baladí ni empírica, que se puede hacer al acaso o al capricho, cuando se ignora la causa de los movimientos que se piden del animal o aquellos que se le enseñan, realizando la susodicha enfrenadura por mera imitación y nada más; pero sin el cuidado paternal, digamos así, y arte necesario, cuidado y arte que solo los da la vocación innata del jinete o equitador instintivo, valga decir.
La ciencia de conocer y guiar al caballo es compleja por su naturaleza misma. Y sabido es que hay dos métodos para llegar al conocimiento de toda verdad científica: observación y experimentación. Yo he resuelto basarme en ambos a la vez, para llegar a conclusiones analíticas concretas en el curso de este sencillo trabajo propio de un sincero aficionado al caballo.
Además, en este trabajo ligero, tratare de explicar otros puntos, que personalmente, juzgo importantes, sobre la manera de educar al equitador revelándolos con el más absoluto desinterés.


CAPÍTULO I



APRECIO Y TRATO DEL CABALLO.

Antes de tratar del arte de educar al caballo, quiero decir algo sobre el concepto que todo aficionado debe tener de este importante animal y noble compañero del hombre, y de la conducta que él debe observar minuciosamente.

I. CARICIAS EN VEZ DE RIGOR.


Mi experiencia y mi observación me hacen opinar que debe tenerse como axioma de equitación, que, para educar al animal, da mucho mejor resultado y es más positivo usar continuamente de solicitudes y caricias que emplear equivocado rigor. La causa de esta ley deriva de que en el sutil instinto de la bestia, predomina el factor recuerdo sobre el factor inteligencia. Tan es así lo que digo, que muchas  veces he comprobado personalmente que el caballo recuerda siempre una caricia oportuna y no olvida fácilmente el castigo indebido.
Bien decían los árabes – que son los jinetes que más aprecian y sienten, a la par que saben agradecer los servicios del caballo – estas bellas sentencias: “Solicita una limosna de la mano de una mujer”. “Con sus cascos hiere a su enemigo en la cara”. “El jinete forma a su caballo, como el marido educa a su mujer”. Todo aficionado debe saber estas frases de memoria.
Muy sabido es que en la escala zoológica, y ante la luz de la psicología, animal y racional, el elefante, el caballo y el perro, son los tres primeros animales, los más hábiles y más amigos del hombre.
El aficionado no debe ignorar tampoco que el caballo, a través de la historia universal, ha sido muchas veces el elemento decisivo en grandes acontecimientos y en los más novelescos, elegantes y bellísimos actos privados del ser humano.
La clásica época caballeresca de la Edad Media ha dado al hombre un nuevo nombre: “caballero”, título bastante de cortesía, nobleza y finura, derivado sin disputa, de la admiración con que mira al hombre que está montando arrogantemente a caballo. He aquí el origen del arte de montar a caballo.
La caza, el deporte de los reyes, nada sería sin el caballo fino, educado y elegante. Nada hay que agregar sobre la importancia del caballo en la guerra y en la agricultura. Todo comentario es ocioso.


II. COMO SE EFECTUA SU LOCOMOCION.

No me incumbe tratar de las partes internas y externas (fisiología y anatomía, etc.) del animal; pero si me toca hablar algo de su locomoción y de la manera como la realiza, pues juzgo que el aprendiz antes de montar debe llevar ese conocimiento teórico, porque de otra suerte, para alcanzarlo en la práctica, únicamente, debería tener dotes vocacionales especiales, ya que un aficionado no debe ser un vulgar conductor de caballos sino un artista que sepa algo de técnica, de teoría, sobre este delicado animal.


III. DONDE RADICA EL PLACER DE LA EQUITACIÓN.

También debo prevenir al aficionado que para entender y encontrar el placer artístico de cabalgar, precisa, primero que nada, saber las reglas que rigen al “caballo – motor”: las leyes del equilibrio del caballo y del equitador y de ambos juntos, la forma en que ellas se cumplen, ya sea en el caballo nacional o en el de trote, y en este, bien en la baja o en la alta escuela.

El placer de la equitación lo llegaremos a encontrar al fin de este pequeño estudio: pero ya es menester enunciarlo desde ahora, porque así el aficionado justificará todos los puntos de este trabajo, que son la demostración fácil del porque y del para que el hombre monta a caballo como deporte puro.

El aire distinguido del animal, el movimiento rítmico y acompasado de sus reacciones, engendran el equilibrio, el equilibrio artístico, que hacen del jinete y del animal un solo todo armónico, proporcionado y elegante, en el cual el hombre y el caballo educados, realizan el máximo de efecto artístico, con el mínimo de esfuerzo físico, brusco, dañino, feo y peligroso a la vez.



IV. DESCRIPCION MECANICA DE LA MAQUINA CABALLO.

De este modo se puede entrar de lleno en los aspectos técnicos del manejo del animal y de su conocimiento, como fuerza física natural.

En esta descripción citaré la autorizada opinión del capitán Brignac, quien descompone al caballo en las siguientes partes:



1.De un eje, verificando movimientos, de los cuales el riñón es la llave;

2.De un tercio posterior o motor, principal agente de impulsión, obrando directamente sobre el eje, gracias a la soldadura intima del coxal y de la columna vertebral; y

3.De un tercio anterior o soporte, principal agente de amortiguamiento que recibe la masa para apuntarla”.



Sumamente necesario es también, desde el primer momento, saber cuál es la parte móvil y cual, la inmóvil.



Móvil es la parte anterior o región cervical, que lleva en el extremo la cabeza; la parte media o dorsal es rígida; y la región posterior extrema o coxal es móvil.

 

La impulsión es la voluntad, la alegría, el deseo de ir hacia adelante produciendo la contracción muscular.



V. EL EQUILIBRIO Y MIS OBSERVACIONES SOBRE LAS “AYUDAS”.

En todas las obras de consulta de Equitación que he leído, el problema de las “ayudas” se afronta en forma dudosa para su empleo; o yo estoy equivocado o los tratadistas no estudian este tema expresamente, o este asunto ha sido muchas veces tratado por menos aficionados empíricos, de aquí que muchos libros estén tocados de esta confusión. Tratando ya de la educación, de valorización del caballo y aun de alta escuela las sugerencias emanadas de tales estudios técnicos son dignas de ser observadas minuciosamente.

Generalmente, se cita y estudia el empleo de las “ayudas diagonales” únicamente; dejando de lado las “ayudas laterales”, si bien es cierto dicen que su empleo no debe ser continuo.

Yo tengo que hacer a estas afirmaciones una observación. A saber: mi paciente investigación me ha hecho llegar a la conclusión de que las dos “ayudas” deben utilizarse en forma alterna: las “diagonales” para pedir y las “laterales” para mandar.

Solo combinándolas gracias a un buen empleo y al atinado tacto del jinete las “ayudas” en referencia producirán, al fin; el deseado equilibrio estético. Este consiste en armonizar los movimientos de la bestia con la belleza eurítmica de sus formas y líneas, de tal suerte, que desde el sombrero camina en forma bella. Tal es el equilibrio perfecto y clásico.

Este perfecto equilibrio se puede realizar en el “horizontal” (baja escuela, para el exterior, etc.), o en el “vertical” (de picadero, de parada el que da el carácter artístico a la equitación). Para comprobar este aserto pondré como ejemplo a un equilibrista de cuerda, el que, para conseguir su estabilidad uniforme tiene que inclinarse alternativamente de derecha a izquierda, o viceversa; pero nunca el pruebista se inclinaría a un solo lado.

Al efecto, voy a describir al galope a la derecha:

Para iniciarlo debe hacerse uso de la rienda, derecha directa y la izquierda aguantando, la pierna izquierda tras de la cincha, (diagonalizada la “ayuda” para pedir el movimiento) y el desplazamiento debido del cuerpo; en seguida se ha de circular al galope a la misma mano o pie para lo cual entonces hay que emplear la rienda izquierda baja con presión lateral; y la pierna izquierda colocada detrás de la cincha (estas son “ayudas laterales”). De esto se desprende  que se ha pedido el movimiento con las diagonales y se ha mandado con las laterales. Este movimiento continuado de “ayudas” se hace en forma alterna, como antes he dicho.
Al pedir el movimiento se ha adelantado bípedo anterior derecho inclinando la espalda del caballo a la izquierda, momento este en el que se produce cierto desequilibrio o en el que se busca el equilibrio, ya que, con el empleo de las laterales, en la cual la izquierda, trabajando de contraria empuja la espalda a la derecha, provocando así, el natural balanceo y el consiguiente equilibrio buscado, al igual que lo suele hacer el equilibrista de nuestro anterior ejemplo; y en conclusión, opino que las “ayudas” en referencia deben usarse alternativamente y en forma intermitente para círculos, serpentinas, medias vueltas, ladeos, galope, etc., con lo que se consigue, a su vez, una gran flexibilidad del cuello y fácil movimiento del tercio anterior y posterior.

VI. NUMERO DE AYUDAS.
En mi concepto, el número de “ayudas” de que puede disponer un jinete son cuatro dobles, a saber:

1. dos manos;


2. dos posaderas en el desplazamiento;


3. dos piernas en el avance de las espaldas y


4. dos tacos o espuelas en la impulsión, suspensión, concentración, y aun sujeción.



VII. CABALLO QUE APOYA.


El caballo apoya en dos formas, la una con el notorio deseo de ir adelante; la otra, con su peso. Sus causas: falta de equilibrio, falta de impulsión, mala mano del jinete y falta de fijeza del jinete en la montura.
De lo dicho se deduce que no se puede enunciar una regla general para corregir estos defectos. Lo más acertado, en mi concepto, es comprobar el equilibrio y la semi parada.

VIII. LO QUE UN JINETE O EDUCADOR DE CABALLO DEBE SABER. 


Todo jinete o educador, al montar un caballo debe tener en cuenta tres cosas: o que el caballo no sabe, o que el caballo no puede, o que el caballo no lo quiere hacer.


Para lo primero

El jinete o educador a de premunirse de la paternal paciencia que solo la da la afición, con el exclusivo objeto de educar al animal gradualmente, acordándose del proverbio ingles que dice: “la naturaleza no procede bruscamente ni a saltos”; se le dejara de solicitar lo pedido tan luego lo haya ejecutado, amén del premio que consiste en su respectiva caricia; o si aproximado, no exigírselo inmediatamente, sino esperar mejor para la próxima lección, no olvidando la delicadez de su memoria, para hacerle la nueva solicitud en la segunda lección, en el mismo sitio de ayer, hoy; y en el de hoy, mañana; y así sucesivamente.

Para lo segundo

Si se trata de un caballo defectuoso (no malogrado, se entiende) me refiero a un animal sin impulsión, y no naturalmente equilibrado (ambas condiciones primordiales), sin flexibilidad en el movimiento de los miembros; se ha de necesitar mayor paciencia y aun mayor grado de inteligencia para educarlo. A estos caballos se les debe tratar de educar para probar conocimientos, así a la larga, el animal corregirá sus defectos.

Para lo tercero

Se requiere castigo enérgico y muy oportuno, dirigido siempre a obligar al animal a que ejecute lo que se le solicita ya que él lo sabe hacer, y sin embargo se niega a realizarlo por maña u otra cosa.

El castigo no debe tener efecto contraproducente. Así, por ejemplo, si un caballo tiende a irse hacia atrás cuando una persona se le acerca, no debe ser castigado por delante y menos en la cabeza (este castigo es muy peligroso por los resabios a que puede dar origen más tarde), sino por medio de un ayudante quien lo hará enérgicamente de atrás, para mandarlo hacia delante. Si en otro caso el caballo tiene el defecto de cabecear, no debe castigársele dándosele fuertes sacudidas del bocado (y muy menos con las riendas sueltas o largas, sin contacto en el asiento); esto se llama sofrenar y sus efectos son de gran peligro.


IX. LA EDUCACION DE LAS DOS CLASES DE CABALLOS.


La regla que sobre la educación del caballo he venido dando hasta aquí se puede aplicar, tanto para el nacional como para el de trote. En estos dos tipos de animal hay una sola diferencia en cuanto a su educación y es que en el nacional, se vacía la grupa hacia fuera, mientras que en el del trote se retiene, usándola como motor, lo que caracteriza su mayor poder en el arranque. En el primero, la educación se torna monótona por ser todos sus avances laterales: el paso en sí, el piso y el galope. Mientras que en el de trote es mucho más variada, alcanzando mayores lucimientos por tener dos formas de avance, a saber: lateral, el paso y el galope, y diagonal el trote.


X. LA IMPORTANCIA DEL FACTOR “TACTO” EN EQUITACIÓN.


Con el perdón de los tratadistas más afamados de equitación, me veo obligado a referirme al “tacto”, contradiciendo conceptos.

Dicen, por ejemplo, que lo del “tacto” es un don o cualidad de jinetes privilegiados que nace o no nace y que, por lo tanto, no se puede enseñar.

Yo estimo, por el contrario que es una condición que se puede llevar al campo de la enseñanza práctica y teórica aun. Por ello mi perdón.

De la misma manera que se suele decir, “el músico nace”, también se puede afirmar que el equitador, el jinete nace. Esto sería materia de un curso especial de psicología de la equitación que no es mi propósito hacer; pero, voy a poner una comparación clara para hacerme entender.

Si todos dicen que la equitación es un arte óptico, plástico; y si la música, el arte bello, difluente por excelencia, más difícil que ningún otro arte, se puede enseñar, aun cuando la persona enseñada no posea dotes especiales ni vocacionales o no haya nacido músico, lógico es que por comparación, deduzcamos que el arte de la equitación en todas sus manifestaciones más secretas, como en la del “tacto”, sea susceptible de enseñanza. Hago esta comparación, para demostrar que si la música casi ya no tiene secretos, mal podría tenerlos la equitación…………Verdad que en todo hay genios, pero son la excepción que justifica la regla de mi aserto y de mi ejemplo.

La danza del hombre no suena, no tiene melodías, ni armonías acústicas; la equitación tiene sonidos musicales; pero tienen movimientos rítmicos que corresponden a melodías silenciosas, valga decir.

El jinete siente, en un bello movimiento del caballo, el placer de una armonía de líneas y formas que siguen un bello compás. Si el observador no percibe con la vista tal belleza de movimientos del caballo, menos los ha de comprobar con su escaso razonamiento. Si nada de esto hay, tampoco habrá equitación. De aquí que cualquiera no es un equitador.

Pues bien, voy explicar cómo se puede enseñar el “tacto” en la equitación:


A. Tener voluntad para resistir el trote sentado (más adelante explicare que ello no significa solo conseguir firmeza);

B. Colocar las piernas caídas verticalmente sin la menor presión en los costados del caballo;

C. Mucho menos hacer presión en las pantorrillas;

D. Trotar en esta forma hasta encontrar el equilibrio de la montura, ayudándose con las riendas y después, sin estas, hasta que se hagan innecesarias como ayudas para sostener en las batidas del avance.

E. Mano suave del jinete quiere decir de buscar el contacto elástico con la boca del caballo, ayudado por el animal mismo, esta ayuda se consigue bajando las manos a la cabeza de la montura, de la cruz o del comienzo del cuello;

F. Las manos ceden, tan luego se sienta en ellas el golpe dado por el avance de una y otra espalda: he aquí lo que se llama mano suave, siempre en contacto, incapaz por su precisión de romper un hilo; porque no es mano suave del jinete, la que es llevada a una cuarta o más delante de la cabeza de la montura y haciendo alarde en el ademán de gran cuidado, que más que llevar riendas parece que se asemeja a una dama conduciendo un azafate con cocktails.

Debe hacer un paréntesis relacionado con el trote que vengo hablando.

La insistencia que da el señor Ruy Da Camara a este trote, me explica la importancia de él. Y a propósito de este profesor competente, permítaseme que diga, como aficionado que soy, que me lamento a diario, ver que en nuestro medio haya desaparecido esta noble afición por la equitación, hasta el punto de no aprovechar la enseñanza de tan capacitado maestro del arte de cabalgar. Dicho profesor tiene además de sus conocimientos técnicos, una especial justeza artística, sentimental si se puede decir, para darle al caballo que monta belleza, porte y elegancia –sin exagerar- a los cinco minutos. Nuestros jinetes civiles y militares deben recurrir a su escuela y a sus enseñanzas para perfeccionar su equitación. La afición nacional dista mucho del verdadero arte de la equitación, no obstante de tener todos los elementos primarios para formarlo.


XI. OTRO BENEFICIO DEL TROTE SENTADO AL “TACTO”.


Otro beneficio de este trote estriba en dar fijeza al jinete en su montura.

Esto es indispensable en una equitación fina. Ello no debe confundirse con la firmeza de los jinetes llamados “duros”, los cuales solo son buenos para saltar o para movimientos desequilibrados de que hacen gala los chalanes o amansadores.

El jinete fijo, en cambio, como su nombre lo indica, es el que va constantemente en contacto con la montura, adherido al asiento siempre en forma amplia, de tal suerte que en un caballo educado se hace tan firme la posición del jinete, que supera al de categoría dura, reuniendo aquel mucho más favorables condiciones que este último. De aquí que, el constante contacto que tiene el jinete fijo con el asiento en la montura permite sentir, palpar, el mínimo avance de los posteriores, lo que permite ser exacto en el uso oportuno de las espuelas.

Las piernas caídas con naturalidad y en absoluta soltura, a partir de la rodilla hacia abajo, permiten el uso libre de ellas con la suavidad o dureza necesarias, según sea el caso y el sitio debidos, en el acto de su implicación atinada. Porque los efectos de la espuela son, inmediatamente después de la cincha, reunir; algo más atrás y bajo, impulsar; y más atrás de la cincha, mandar hacia adelante.


XII. RESUMEN DE LO DICHO SOBRE EL TACTO Y SUS COMPONENTES.


Si el jinete logra reunir con perspicacia el contacto elástico de las manos al bocado del animal, con la fijeza en la montura, el desplazamiento del asiento, la presión de las piernas para mandar, el buen manejo, y el empleo de la espuela o del taco únicamente, realizando estos actos en forma predeterminada y lógica, resultará que el jinete procede con el caballo, como el músico con su diapasón, con su pauta cadenciosa y elegante. El “tacto” será el que se opere como director de esta orquesta muda, o sea, el arte de comunicar inteligencia y ritmo a los movimientos del caballo.

Queda explicado así, en forma fácil y gráfica, el difícil tema del “tacto”. Ojala sea aprovechado mi sano deseo de comunicar lo que se.

Para determinar este párrafo diré que se ha presentado el curioso caso en el cual el caballo es educado y el jinete no lo es. Pues bien, si se coloca al caballo educado con un jinete profano en un cuadrilátero, o solo en una línea recta, y es llevado el animal al trote sentado, lo veremos, con gran sorpresa del mismo jinete, ejecutar el “pasaje”, el trote “suspendido” y el de “extensión”, etc…etc… Esto que afirmo lo he comprobado con el caballo “Tarzán” de mi propiedad. El caso concreto fue que mi caballo ejecutó todo lo anterior sin ser mandado por el jinete, era el animal el que lo hacía, defendiéndose de la mala mano y de la falta de coordinación de quien lo montaba. Muchas veces se ha dado el caso de que el público ignorante de equitación ha solido aplaudir al jinete en vez de al caballo, porque hay que ser muy de vista educada para darse cuenta exacta de quien es el bueno: si el jinete o el caballo. Llegando con esto a la aseveración de lo que dije anteriormente, la música suena y la siente el artista que la ejecuta y el público, y la equitación la siente el equitador que ejecuta y el caballo que la recibe, y entre el público, el ojo avisado.


Referencias:
Blog, Guillermo Pinillos Llontop
Psicología del Caballo, Francisco Ramirez Kohler
Psicología Animal; Diccionario de Psicología Científica y Filosófica
Caballo, Caballos Famosos, Caballero, Locomoción; Wikipedia
Anatomía-Fisilogía del Caballo; I.E.S. FLAVIO IRNITANO
Alta Escuela y dressage; Caballomanía

2 comentarios:

  1. Fabricio me parece muy buena la publicacion del Sr. Rosell
    Porque tu hermano, conoces mucho mas que yo de caballos, te ruego que me envies mas publicaciones de otras personalidades
    saludos y abrazos para ti y toda tu familia
    MANUEL

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    Respuestas
    1. Don Manuel muchas gracias por sus palabras, el gran aprecio que tiene hacia mi hace que usted sobredimensione mis humildes conocimientos, lo cierto es que tengo mucha afición al CPP, pero ustedes los hermanos Peruanos por tradición e historia conoce mucho muchísimo más de ese hermoso ejemplar.

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